A las Fuerzas Políticas de todos los Países.

Después de más de diez años de embargo, en el mes de marzo de 2003, Iraq fue invadido por tropas extranjeras. Los Estados agresores declararon tener que guerrear para impedir el uso y la difusión de armas de destrucción en masa. Luego se comprobó que estas armas en Iraq ya no existían y los dossier que afirmaban lo contrario resultaron falsos. Entretanto el Iraq se quedó ocupado por ejércitos extranjeros que provocaron numerosas víctimas, sobre todo civiles, pobreza, miedo y desesperación entre el Pueblo Iraquí.

Los Estados ocupantes dieron a Iraq la ley del 8 de marzo de 2004, para la gestión del período de transición, con la que se establecieron las condiciones y las etapas del proceso de democratización del País. Las primeras elecciones están previstas dentro de finales de enero de 2005. Al final de junio de 2004 las fuerzas de ocupación de Iraq instalaron a un Gobierno interino formado por personas de su confianza.

Pero los ejércitos extranjeros no se fueron del Pueblo. Sólo por esta razón, parte del Pueblo Iraquí combate con Muqtada Al Sadr, no para obstaculizar la democracia, no por espíritu de revancha, no por dinero, no por venganza, no por poder personal, sino sólo por rebeldía contra una ocupación que juzga injusta. La gente que se rebela hoy es la misma que se rebeló contra Saddam Hussein, la misma que no quiso la guerra contra Irán y Kuwait, la misma que ya pagó grandes precios para la libertad.

Ya, la batalla de Muqtada Al Sadr y de sus partidiarios es antes de todo la lucha por la libertad del Pueblo Iraquí de toda forma de ocupación extranjera. Me declaró querer combatir el terrorismo y la violencia bajo cada forma y de cualquier parte proceda, y no querer ocuparse de política y tener un único fin: la libertad del Pueblo Iraquí.

Por eso, y sólo por eso, Muqtada Al Sadr fue atacado. Mientras me encontraba en Najaf, los soldados americanos dispararon al automóvil en el que pensaban que él viajara, matando al chófer. En el mayo pasado, le pregunté hacer deponer las armas. Lo hizo, creyendo que las fuerzas militares extranjeras se irían de Iraq. En cambio, a finales de julio, el ejército de los Estados Unidos le asediaron. Y entonces el orgullo y el espíritu de libertad tomaron la delantera.

Atacar a Muqtada Al Sadr en Najaf significa atacar a los Chiítas en su Ciudad Santa. Eso no puede ser tolerado, no sólo por los Chiítas Iraquíes sino por los Chiítas de todos los otros Países. Eso occurre en Iraq. No bastó hacer pagar el precio de la guerra en Iraq a todo el mundo. Ahora se está provocando la guerra santa de los Musulmanos contra todos los otros.

Las fuerzas militares extranjeras deben irse de Iraq. Los Exponentes y las Autoridades Religiosas del Pueblo Iraquí pueden parar el terrorismo y restablecer el orden sin armas y violencia.

Hay que comprender la realidad. Al menos diez millones de Iraquíes tienen armas. Millones de personas armadas de varios Países están para echarse en la lucha y unirse a quien combate por la libertad.

Vosotros, todos vosotros, Señores, podéis y debéis intervenir, para que las fuerzas militares extranjeras se vayan del Iraq. ¡Hacedlo!, antes de que sea tan tarde y occurra lo irreparable. ¡Hacedlo! por el Pueblo Iraquí y aun por vuestros Pueblos.

Agradezco mucho la atención.

11 de agosto de 2004                                                           Rodolfo Marusi Guareschi

                                                       

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