Sustituir
las actuales monedas.
Nada más que la moneda es deseada y aceptada por
ignorancia. La gente no sabe cómo se produce la moneda, no sabe cuánto vale, no
sabe por qué está respaldada. Quien sabe, quien conoce la moneda, tiene un sólo
interés: conservar la ignorancia de quien no sabe, porque su ganancia deriva
justamente de esa ignorancia.
Las
empresas producen bienes y servicios que cambian por otros bienes y servicios. Los
bancos centrales producen billetes de papel o de plástico. Los
otros bancos eso tampoco: registran sólo haber emitido moneda que prestan
contra el compromiso al reembolso con interés de quien recibe el préstamo.
La
diferencia fundamental entre los bancos y todas las otras empresas es que éstos
se vuelven acreedores a consecuencia de la venta de bienes (mercancías) o de la
prestación de servicios que tienen un valor real, mientras que los bancos se
vuelven acreedores sin dar ningún valor real, ya que la moneda, sea ésta un
billete de banco o una simple escritura de contabilidad, es emitida sin
cualquier valor.
El crédito de
las otras empresas nace de la venta de un bien o de la prestación de un
servicio en cambio de un pago a plazos; el crédito de los bancos nace del
préstamo de una cierta cantidad de moneda que no vale nada.
¿Porqué la moneda de los bancos no vale nada? Porque
cuando es emitida no representa ningún valor. Los billetes de banco emitidos por los bancos centrales
son simples hojas de papel o de otro material que no representan nada excepto
lo que está escrito en éstas. Esos billetes de banco son prácticamente letras
de cambio sin expiración, porque el banco central no pagará nunca aquellos
billetes.
La moneda emitida por los otros bancos, la así
llamada moneda escritural, no es más que la simple anotación de un crédito
hacia quien recibió un préstamo del mismo banco.
Cuando
la moneda era convertible representaba bienes, oro o otros valores reales. En
cierto punto la moneda convertible ya no bastó y se comenzó a emitir moneda no
convertible. A partir de aquel momento la moneda ya no representa ningún valor
y su precio de cambio deriva sólo de leyes con las que se determinó que pagando
con esa moneda se extingue cualquier deuda.
Ya qué no se tiene que limitar la emisión de moneda
en relación al valor que ésta representa, los bancos emitieron una cantidad
enorme de moneda, cuyo valor de cambio (el precio) siempre está bajo y por
tanto para pagar un bien o un servicio es necesaria más y más moneda.
Así nace la inflación. No solamente la que aparece
en la baja del precio de cambio de una moneda por otras monedas pero sobre todo
en la depreciación que resulta de la pérdida del poder adquisitivo de la moneda
con respecto de los bienes y servicios reales.
Hemos llegado al punto en que la masa monetaria
en circulación es más de veinte veces mayor que el valor de los bienes y de los
servicios intercambiados cada año en el planeta y superior al valor de todas
las cosas (recursos naturales y productos) que existen en la Tierra.
¿Porqué ocurrió eso? Porque en cierto punto los
Estados, sobre todo para financiar las guerras, necesitaron una cantidad de
moneda superior al valor de los bienes que tenían y superior también a las
ingresos (de impuestos) que podrían recibir en futuro. Por tanto la única
manera por los Estados para tener más moneda era emitir directamente o hacer
emitir a los bancos más moneda que la que podía representar el valor total de
los bienes poseídos y de los ingresos previstos.
El absurdo
está en el hecho de que la moneda sin valor emitida por los bancos es prestada
a los Estados con interés. De esa manera, los bancos centrales emiten billetes
y los otros bancos emiten moneda escritural con que adquieren títulos de Estado
(es decir deudas de Estado) y los Estados entran en posesión de moneda dando en
cambio títulos con los que se comprometen a reembolsar la moneda recibida tras
un cierto período aumentada por intereses.
Los
intereses por fin van entre los egresos de los presupuestos nacionales y esos
egresos están respaldados por los impuestos de los ciudadanos.
En los
últimos treinta años las deudas de los Estados (deudas públicas) han aumentado
en medida muy superior al crecimiento de la riqueza producida y el riesgo es
que en futuro, en todo el mundo, la deuda de los Estados supere la riqueza
producida, como ya ocurre en Italia y en otros Países.
Quien gana
de todo eso son los bancos. Mientras que la economía está en crisis, éstos
siguen ganando la entera diferencia entre los intereses que reciben sobre los
préstamos de moneda inexistente y los intereses que pagan sobre los depósitos.
Esa
diferencia es muy alta, porque los bancos pueden prestar moneda por un valor
hasta más de cincuenta veces mayor que el de los depósitos, es decir, por un
billete de banco que el sistema bancario recibe en depósito presta más de
cinquenta billetes del mismo valor.
Por eso se
puede afirmar que los bancos quitan riqueza a la economía real, la que produce
bienes y presta servicios.
No es posible seguir así. No sólo porque antes o
después terminará la ignorancia de la gente sino también porque en cierto punto
la moneda emitida sin valor perderá del todo su valor de cambio y la gente no
aceptará más cambiar bienes y servicios por aquella moneda.
Hoy nosotros estamos a medias del proceso de
inflación total. Si la masa monetaria total se duplicara todos los años se
tendría el efecto de la flor de loto en un lago. La flor de loto se duplica todos los años. A
comienzos del año, cuando toda el agua del lago será cubierta por la flor de
loto, mitad del agua parece descubierta y pocos se dan cuenta de que tras un
solo año toda el agua será cubierta por la flor.
La masa monetaria aumenta cada año en medida
inferior a la de la flor de loto, por tanto es aún más peligrosa, porque no
pocos sino poquísimos son capaces de percibir el peligro del estallido y aún
menos son los que pueden encontrar una solución.
Respaldar
la moneda actualmente en circulación es imposible. Más del 90% de esa moneda
está empleada en cambios de divisas. Prácticamnete casi el 40% de toda la
moneda en circulación está empleado en el cambio con otro 45% de la moneda en
circulación.
Este 90% de
la moneda en circulación no representa ningún valor. Su valor nominal es
atribuido por las leyes que imponen su aceptación de pago, es decir el así
llamado curso forzoso de la moneda. Su precio de cambio depende de
las economías nacionales, de la ignorancia de la gente y también justamente del
hecho de que este 90% no está empleado en la economía real, por tanto no
proporciona una oferta monetaria tan grande en relación a la demanda de quien
ofrece bienes y servicios.
Pensar volver a respaldar todas las monedas con oro
o otros objetos preciosos significa imaginar una solución ya imposible y por
tanto errónea en relación a un problema real.
La única manera para tener moneda con valor real es
emitir una moneda que represente o sea respaldada por el trabajo o por los
productos del trabajo, entendiendo el trabajo como las actividades para
producir bienes y prestar servicios y entendiendo los productos como trabajo de
los mismos bienes y servicios.
Sólo la moneda Dhana tiene esa condición. La mayor parte de las Dhanas emitidas está respaldada por
el capital de empresas, aquel capital que representa los bienes (valor
reconocido de la empresa, maquinarias y instalaciones de producción) de las
empresas.
Esos
capitales están denominados en todas las monedas nacionales, hasta que podrán
ser denominadas en Dhana. Para atribuir a Dhana un valor de referencia se
estableció respaldar cada Dhana emitida con un capital de empresa del valor
nominal equivalente a 25 Euros.
En 2004 hubieron cambios comerciales por casi ocho
mil millardos de Dólares USA, equivalentes a casi seis mil millardos de Euros.
La cantidad máxima de Dhana a emitir fue establecida en cien Dhanas por cada
habitante del planeta con al menos dieciséis años de edad que en 2005 serán
casi cinco millardos.
Por tanto se emitirán hasta 500 millardos de
Dhanas, por valor equivalente a 12.500 millardos de Euros, equivalentes a casi
16.500 millardos de Dólares USA, más del doble del valor total de los cambios
de bienes y servicios de 2004.
A cada habitante del planeta cn al menos dieciséis
años de edad son asignadas cien Dhanas contra el pago del solo valor de
emisión, diverso por cada País en proporción a su riqueza media per cápita.
El coste de emisión se puede pagar también en horas
de trabajo, considerando para todos los Países una Dhana como una hora de
trabajo normal.
¿Porqué el pago del coste de emisión? Por dos razones. La primera razón es que la
ignorancia no permite apreciar algo que se recibe por nada. La segunda es que
las personas que prestan sus capitales de empresa para respaldar Dhana tienen
el derecho de renunciar a la disponibilidad de esos capitales pero no de hacer
pagar a sus empresas el coste de emisión de Dhana, para no poner obstáculos a
las actividades de las mismas empresas.
¿Qué
debemos hacer luego? Llegó la hora en que las personas deben informarse,
entender, pensar, decidir y actuar. Y es urgente hacerlo. Ya no hay
mucho tiempo.
Naturalmente, las informaciones sobre la natura y
sobre la función de la moneda no pueden ser recibidas por los bancos y tampoco
por los sujetos directamente o indirectamente controlados por los bancos y por
sus instituciones, como cierta prensa, cierta radiotelevisión, ciertos motores
de búsqueda en Internet.
Esos
sujetos, acostumbrados a rezumar suficiencia y arrogancia, de toda manera
tratarán de impedir que la gente comprenda la verdad, una verdad muy simple
pero que escapa de la percepción de la gente, que vee en esos sujetos las
autoridades a las cuales se deben remitir para los asuntos de carácter
monetario y financiero..
Una vez
adquiridas las informaciones y haber entendido cómo están las cosas, hay que
pensar en las soluciones. Si hay soluciones mejores que Dhana, éstas serán bien
acogidas. De lo contrario hay que decidir adoptar Dhana. De prisa. En 2005 el mundo será peor que antes. Mediamente,
la gente tendrá un menor poder adquisitivo, ya qué la tasa media de inflación
será superior a la tasa media de desarrollo económico. Los Estados ya decidieron aumentar los gastos en defensa
y sus deudas. Quien controla recursos (materias primas y energía) y el
comercio mundial hará todo lo posible para conservar su egemonía.
Hay que
decidir sustituir las monedas nacionales por Dhana. Hay que
hacerlo gradualmente pero hay que empezar de inmediato. Hay que superar la admiración y la envidia hacia quien
tuvo la idea y quien aceptó poner a disposición los recursos (los capitales)
para emitir y respaldar Dhana. Hay que hacerse cargo de las responsabilidades
que cada ser humano tiene hacia sí mismo, sus queridos y sobre todo hacia su
destino, que no debe depender de algunas decenas de banqueros que fundan su
poder en la ignorancia de la gente y eligen a los gobiernos y las reglas,
decidiendo el desarrollo y la pobreza, la vida y el futuro de cada ser humano.
Después hay
que obrar. Hay que pedir la asignación de Dhana y pedirla como medio de pago,
en lugar de las otras monedas. El futuro de más de seis millardos de personas
no depende de quien ideó Dhana, la República de la Tierra y todas las otras
iniciativas para afrontar los problemas más sentidos y urgentes de la
humanidad; no depende de quien puso a disposición los recursos para estas
iniciativas. El futuro depende de vosotros. Construid vuestro futuro.. Hacedlo juntos, porque junstos se puede.
13 de enero
de 2005.
Rodolfo Marusi Guareschi
Mundo 2005 está en http://www.holosbank.org/unigov/world2005_download.html