KAYAMARA – LA DERROTA DE LA MUERTE

Para conseguir cambiar al mundo hay que tener el objetivo final de derrotar la muerte. Para vencer la muerte hay que pensar en cómo seguir viviendo todos juntos en lugar de imaginar qué pueda haber tras la vida. Nosotros podemos conocer cómo se nace, se vive y se muere. Lo demás es pura fantasía. La entera humanidad tiene la síntoma del suicidio: se vive para morir antes que para seguir viviendo.

Hoy se puede vencer esta síntoma. Indigencia, vejez, enfermidades, suicidios, homicidios, accidentes y guerras son las causas de la muerte. Todas esas causas se pueden afrontar y resolver. Para vencer la muerte, no basta la investigación científica sobre las causas y sobre los posibles remedios, sino es preciso que la muerte no sea más necesaria.

Todo lo que se piensa sobre la vida tras la muerte ha sido dicho por seres humanos vivientes. Nunca por otros seres. Por lo que sabemos, no existe ninguna entidad trascendente salvo la energía originaria antes del espacio y del tiempo. Y nadie ha comprobado nunca que aquella energía es una entidad trascendente que no forma parte del universo o que es perfecta. Si fuera perfecta no existirían ni el dolor ni el mal.  Nosotros necesitamos creer en la vida tras la muerte sólo porque creemos que la muerte es ineluctable y a la realidad de la muerte respondemos con la fantasía.

Energía, agua, comida, salud, conocimiento, producción y todos los otros problemas materiales se pueden resolver si se quiere. Se puede tener un gobierno mundial elegido directamente por los habitantes del planeta y una moneda mundial con valor real y poder adquisitivo estables en el tiempo.

Pero todo eso se puede hacer sólo si el objetivo final es la derrota de la muerte. Para alcanzar este objetivo, hay que «sentirlo» posible. Y eso no podrá ser nunca hasta que se resolvan todos los otros problemas por cada uno de nosotros. Antes de todo, el de la guerra. Para eliminar la guerra para siempre, hay que considerar la paz como presupuesto esencial de nuestra máxima evolución, en lugar de considerarla como el resultado de un proceso de soluciones de los otros problemas. Haz las paces si crees que el ser humano puede ser a llegar inmortal y si comprendes que la guerra le impide tanto a quien vence como a quien perde ser a llegar inmortal. Si comprendes que no existe ninguna génesis y ninguna apocalipsis trascendentes. Si actúas para afrontar lo inmanente y para transformar lo existente.

El hombre siempre ha adorado algo que no conoce, que no existe, creyendo en alguien que de esta manera resolvió el dolor y el miedo. Tú no sientes a ningún dios dentro de Ti. Tú sientes sólo a tu Yo, Tu energía y la influencia de la energía del conjunto. Este sentir vino bien a quien Te ha usado para construir y desarrollar su poder y su riqueza. ¡Mira la realidad! ¿Quién ha afirmado un dogma dando algo? Como máximo, alguien lo afirmó sin pedir nada.

Para Ti, para Vosotros, humildemente y modestamente, existo y estoy aquí. Para ayudaros a resolver los problemas materiales y conquistar juntos la inmortalidad. Es posible. Juntos se puede.

Febrero de 2005.

Rodolfo Marusi Guareschi