Dirán que soy rico. No he querido nunca algún
dominio. No soy rico. No me siento dueño de nada, sólo de mí mismo. Querría ser
más justo y menos bueno. Querría no
sentir vergüenza por no haber hecho lo bastante para mejorar las cosas. Querría
ser más cortés incluso cuando debo ser decidido y perentorio.
Dirán que soy un delincuente. Soy culpable sólo
porque me rebelé contra un sistema injusto en el que el más fuerte siempre
tiene razón. No he cometido nunca acciones ilícitas o malvadas. No soy capaz de
disonestad y abyecciones. Criminales son los que acusan de mala fe y los que
condenan sin comprender, sin ni simples presunciones si no su ignorancia y sus
lugares comunes.
Dirán que soy un jefe. Yo dirigo, encamino y
conduco a los otros a su autocontrol para que ya no necesiten a un jefe.
Dirán que soy un estafador. No he cumplido engaños
o embaucamientos para proporcionar a mí mismo o a otros un beneficio injusto
con daño injusto del prójimo. No he cumplido nunca embelecos, timos, actos de
fraude. Siempre he dicho antes lo que voy a hacer después.
Dirán que soy un político. Yo no me he entregado
nunca profesionalmente a la actividad política. No creo en una organización
social como expresión de un sistema constituido por una estructura jerárquica.
La selección no es la única estrategia de evolución. Lo ha sido durante diez
mil años. Ahora la evolución puede ser efecto de la participación general.
Dirán que soy un estadista. Yo no creo en los
estados que nos llevaron a tal punto y no quiero gubernar a ningún estado. Creo en el ser humano y en su capacidad de
comprender la realidad y de actuar para transformarla.
Dirán que soy ecléctico. Sí, me inspiro en varias
fuentes culturales y trato de entender lo verdadero, lo justo y lo bello de
cada una de éstas.
Dirán que soy epatante. Si hubiera querido aparecer
con gran evidencia hubiera usado todos los medios que ofrece el sistema. Y en
cambio siempre he opinado que los otros deben ser ayudados a «ser».
Dirán que soy un medio de otros. Es verdad, soy un
medio de los otros pero de todos los otros y no de unos de ellos.
Dirán que soy un santo. La santidad no existe. Es
una invención o una fantasía de alguién hacia sí mismo o hacia los otros para
provocar veneración. El pío, el bueno. el justo, el probo y el virtuoso no son
santos sino sólo expresiones de lo mejor de la realidad.
Dirán que soy un engañador. Yo no he inducido nunca
al error, no he defraudado nunca, no he traicionado nunca. Decepcioné cuando no
fui entendido o no supe explicarme bastante, cuando me equivoqué.
Dirán que soy aparente. Yo soy, existo. Lo que hago
es real. Lo que tengo es concreto. Lo que quiero es claro. Lo que uso es
lícito. No se debe cambiar la aparencia por la moderación y la falta de abuso.
Dirán que soy un mesías. No soy una persona de
larga espera. No soy ni quiero ser un rey o un salvador sino sólo un hombre que
cumple con su deber de ser inteligente y pensante como todos pueden hacer.
Dirán que soy un transgresor. Yo no excedo los
límites puestos por las normas y me atengo a lo que está dispuesto por las
leyes, sin violarlas nunca. Imagino nuevas reglas generadas por conductas y por
necesidades que no están establecidas por las viejas reglas.
Dirán que soy un evasor. No he envadido nunca las
obligaciones fiscales y no he huido nunca.
Dirán que soy un mafioso. Mafia significa secreto,
complicidad, intimidaciones, chantajes, raptos de persona y homicidios al
servicio de intereses económicos privados. Mafia significa grupo de personas
unidas para conseguir o mantener con todo medio los propios intereses
particulares, aun en perjuicio de los públicos. Yo siempre he combatido todo eso y a veces corrí peligro para
impedir que ocurriera.
Dirán que soy un quebrado. Yo siempre he pagado mis
deudas y no he ocultado nunca o sustraído nada de lo que gestioné.
Dirán que soy un calumniador. Yo no he difundido
nunca calumnias, no he difamado nunca, no he inculpado nunca a un inocente, no
he inventado nunca acusaciones para difamar o desacreditar, no he denigrado
nunca. En cambio yo a menudo fui calumniado, denigrado, difamado, falsamente
acusado y inculpado. No odio a quien lo hizo, bien porque creo que no se dio
cuenta del error, bien porque no soy capaz de odiar.
Dirán que soy un veleidoso. En realidad, no hay
ninguna desproporción entre la importancia de los objetivos que entendo
alcanzar y la concreta posibilidad de realizarlos.
Dirán que soy un egocéntrico. Puse a mí mismo al
centro de toda situación sólo después que los otros no lograron resolverla. Eso
no es egocentrismo sino sentido de responsabilidad.
Dirán que soy un megalómano. Yo no tengo una
presunción exagerada de mis posibilidades sino creo en las posibilidades de los
otros que como yo quieren luchar por su felicidad.
Dirán que soy
un visionario. ¿Padezco de alucinaciones viendo a quien pasa hambre y
sed? ¿Interpreto de manera fantástica la realidad percibiendo las injusticias,
las falsedades, las violencias, la ignorancia que nosotros mismos creamos?
¿Tengo alucinaciones fantásticas porque pienso en cómo abordar los problemas
reales y actuo para resolverlos? ¿Es una falsa visión la idea de cambiar el
mundo para hacer vencer la vida y hacer evolver el ser humano en el respecto
del medioambiente de que formamos parte?
Dirán que soy un mitómano. No he falseado nunca la
realidad. Ni con cuentos fantasiosos, ni por llamar la atención hacia mí. Sólo
he imaginado lo que fue antes de la realidad y porqué eso se originó y creo que
es posible mejorarla.
Dirán que soy un utopista. La palabra utopía deriva
de dos términos griegos «ou» (no) y«tòpos» (lugar).
La utopía es una concepción de un gobierno o de una sociedad ideales. ¿Es más
utopista quien piensa que las cosas pueden y deben cambiar o quien cree que
pueden seguir como están ahora? Por otro lado, cada ideal es utópico hasta que
se vuelve realidad. Cambiar el mundo, mejorarlo para todos, es posible, lógico,
necesario, útil, justo y bello. Sólo hay que comprenderlo.
Dirán que soy un terrorista. Hablé con
terroristas declarados y con personas de bien que usaron los terroristas para
reafirmar su poder. Invité a los terroristas a adoptar formas de rebelión no
violentas. Insté a las personas de bien a favorir el cambio por sí mismos y por
todos los que están malo. Peligré y hice peligrar. Un religioso que encuentra a
un representante de otra religión no cambia de religión. Intenta comprender y
hacerse comprender. Combate pero sin violencia, sin hacer daño.
Dirán que soy un presuntuoso. ¿Tendré
una opinión exagerada de mi valor y de mi importancia? ¿Pecaré de inmodestia? A
lo mejor. Todos nosotros pensamos que podemos controlar partes de la realidad
que os pasan inadvertidos y pensamos que no podemos hacer nada por lo que
concierne la parte de realidad que en cambio podríamos transformar. Soy un
hombre, con los defectos, las flaquezas y las imperfecciones de una naturaleza
limitada y imprefecta. Nosotros podríamos mejorarla, si, en lugar de criticar a
quien actua para hacerlo, todos cumpliéramos con nuestros deber.
Dirán que soy un engañador. ¿A qiuén
induciría al error? ¿A quién he amado? ¿A quién le ayudé? ¿A quién rogué que
hiciera las paces? ¿A quién me ayudó a cambiar las cosas? ¿A quién convencí a
participar en un proyecto para resolver problemas reales y comunes? ¿A quién me
creyó? ¿A quién no supo soportar los precios junto a mí? ¿A quién tiene
conveniencia de dejar las cosas como están? ¿A quién usa las reglas para
consolidar su poder? ¿A quién engañaría?
Dirán que estoy muerto. No es verdad.
Yo no estoy muerto, sólo estoy desaparecido.
Dirán que soy pobre. No tengo bienes.
No tiengo dinero. Dispongo y gestiono recursos. Me fueron encomendados para
llevar a cabo una misión, no para usarlos por mí mismo. No obstante, pobre es
el que sufre indigencia y miseria. Yo como, bebo, me curo, me muevo, me visto,
me informo y conozco, hablo, escribo, propongo y discuto. No soy pobre.
Dirán que soy riquísimo. No podría
serlo ni siquiera lo quisiera. Siempre he sabido producir riqueza sólo para
destinarla a producir otra riqueza o para promover y apoyar iniciativas que no
preven ningún rédito para mí. Mi riqueza es el conocimiento, la voluntad y la
fuerza de cambiar.
Dirán que soy inviolable. Nadie me dio
inmunidad. Muchos hicieron todo lo posible para saber y no comprendieron nada
cuando vieron.
Dirán que soy invencible. Nadie es
invencible. Cada uno de nosotros sólo puede ser irrefrenable si cree en lo que
hace y no actua por sí mismo.
No existen obstáculos que no se pueden allanar
a menos que estén en nuestros adentros.
Dirán que soy invisible. ¡Preguntadlo a
la gente que está malo! ¡Preguntadlo a quien me acompañó! ¡Preguntadlo a quien
me convidó con agua y comida! Ellos dirán lo que vieron. Los ojos, la nariz, la
boca, las manos, las piernas, el corazón y el cerebro. Allí yo estaba.
Dirán que soy inasequible. Sin embargo
ponerse en contacto con mí es facilísimo. No hay peligros. No tengo secretos.
No tengo armas. No tengo escoltas. No las he necesitado nunca. Lo que es
imposible es que no queden huellas.
Dirán que soy pretencioso. Mis
peticiones son enérgicas pero lícitas. No tengo exigencias excesivas y
injustificadas. Tengo derecho y deber de pedir, informar y proponer y los
destinatarios de mis mensajes tienen deber de responder.
Dirán que estoy enfermo. Todos mis órganos están
sanos. Duermo sereno. Como correctamente. Tengo una memoria selectiva. Recuerdo
lo esencial de cada cosa. Puedo parecer frenético y impaciente. Pienso que por
cada hora que pasa miles de niños se mueren de hambre, de sed y de
enfermidades. Otras personas sufren por las injusticias y las desigualdades.
Luego intento acelerar los acontecimientos para abordar los problemas el más
rápidamente posible.
Dirán que soy un idealista. Lo ideal es lo que
debería ser. No hay nada de malo en actuar para transformar la realidad actual
en una realidad ideal.
Dirán que soy un partidiario del fideísmo. Uso la
mente del corazón y la de la razón. La intuición me hace percibir el dolor y el
sufrimiento. La lógica me sugiere qué debo hacer para afrontar el mal. No
conozco supremas verdades. Conozco la energía que tengo adentro y que forma un
todo conjunto con la energía en la que estamos sumidos y de la que estamos
hechos.
Dirán que soy un aprovechador. Tengo principios y
ideales compartidos por muchas personas, la mayoría de los habitantes del
planeta. Soy especulativo, no aprovechador. Pienso que nada se repite y por
tanto no hay que desperdiciar ninguna ocasión que pueda servir para mejorar las
cosas.
Dirán que soy cínico. Yo acepto cada tradición o
costumbre aunque no las comparto todas. Discuto con el creyente y con el ateo,
con el rico y con el pobre, con el fuerte y con el débil, con el justo y con el
desesperado, con el médico y con el enfermo. Nada se me desliza encima. Analizo
todo lo que percibo.
Dirán que soy escéptico. Me fío siempre hasta
prueba contraria. Fiarse hasta prueba contraria no significa no prever la
prueba contraria. Me retengo del juicio negativo cuando no estoy cierto de la
verdad.
Dirán que soy incontrolable. Es facilísimo
controlar lo que pienso, digo y hago. Es imposible impedirme pensar y actuar y
aunque lo fuera, otros pensarían y actuarían en lugar de mí.
Dirán que soy infiel. Yo siempre guardo fe en las
promesas a menos que para hacerlo esté constreñido a imponer mi voluntad,
porque creo que mi libertad termina donde empieza la libertad de los otros. No
creo en lo trascendente sino sólo en nuestra ignorancia y en la posibilidad de
superarla.
Dirán que soy un dictador. No soy ni autoritario ni
despótico. Creo que en ciertos momentos cruciales alguien debe asumirse la
responsabilidad de decidir rápidamente. La primera república nació en Roma. La
República romana había previsto que en casos excepcionales y durante un tiempo
limitado alguien pudiese ser investido de los plenos poderes civiles y
militares. Entre los medios que uso no está contemplada ninguna arma. Ya no es
necesario el poder militar. Son necesarios energía, conocimiento, voluntad y
determinación.
Dirán que soy un imperialista. El imperialismo es
la tendencia de un estado a extender sus dominios y a ejercer su hegemonia
sobre otras naciones. Yo pienso que los imperialismos se derrumbarán cuando
todos los pueblos tendrán plena soberanía sobre los estados. La República de la
Tierra es el medio para obtener ese resultado.
Dirán que soy un rebelde.
Yo me insurrecciono contra la autoridad constituida y contra la ley cuando
el poder no observa la ley. Lo hago sin violencia y sin mala fe.
Dirán que soy un subversivo.
Trato de modificar el sistema y sus estructuras sin derrocar ninguna
institución sino pidiendo que las instituciones se comporten como está
establecido por las leyes.
Dirán que soy un revolucionario.
Ninguna revolución ha cambiado nunca el mundo sino siempre ha permitido a
alguien ponerse al sitio de otro. Sólo la evolución modifica relaciones y
conductas. Luego, sólo se puede acelerar la evolución. Con la energía, el
conocimiento y la acción. Y es un gran problema no adaptarse al nivel de
desarrollo del ser humano. Se está derrotado saliendo.
Dirán que soy un monstruo.
No tengo forma extraña. No soy criatura fantástica. No soy deforme. No poseo
carcterísticas superiores. No me he manchado nunca con crimenes o crueldad. Soy
una persona honesta, normal.
Dirán que soy un héroe.
Los héroes tienen miedo y coraje. Yo no tengo miedo. Por tanto no soy un
héroe.
Dirán que soy un genio.
No tengo un particular talento inventivo o creativo. Percibo necesidades, las
reconozco, busco los origenes y las causas de los problemas, decido
ventilarlos, establezco unas prioridades, encontro soluciones, me apropio de
los medios, los organizo en función del objetivo que me fijo y actuo, aun a
solas.
Dirán que soy un falsificador.
Yo no he falsificado nunca algo. La moneda que propuse no es la imitación de
otra moneda sino una nueva moneda.
Dirán que fui condenado.
Es verdad. ¡Cuánto tiempo me hicieron perder y cuánto tiempo perdieron!
Pero era necesario enfrentarse con la ley y con quien la debería poner en
práctica. No es condenando a un inocente que se le impide promover una real
renovación.
Dirán que soy culpable.
Nadie probó nunca de qué y por cuál razón. Parece como que yo sea culpable
de existir.
Dirán que soy una persona
con antecedentes penales. Sí, fui comprometido injustamente, perjudicado.
Otros sufrieron la misma suerte. Luego fueron considerados héroes.
Dirán que soy un impostor.
Impostor es quien por mala fe o interés cuenta mentiras o falsea los
hechos. Yo no lo he hecho nunca. No sería capaz.
Dirán que soy un blanqueador.
No he tenido nunca y no dispongo de dinero o de bienes de origen ilícito.
Dirán que soy ingenuo. Quien dice que soy ingenuo piensa que
convencerá a los otros que soy simplista, inexperto. Ciertamente tengo muchas
cosas que aprender.
Dirán que soy un ladrón.
Robar significa sustraer algo a otra persona contra su voluntad. Yo no lo
he hecho nunca. A veces convencí a otros a darme parte de lo que tenían para
destinarlo a quien no tenía nada. Eso no es robar.
Dirán que soy mentiroso.
Yo no he afirmado nunca algo en contraste con la verdad, ni siquiera
diciendo mentiras penosas.
Dirán que soy un improvisador.
A veces tuve que reaccionar rápidamente a unos inconvenientes pero pienso que
cuanto más son las cosas a las que pensamos más rápidamente sabemos encontrar
una solución para un obstáculo imprevisto.
Dirán que soy prepotente.
Sólo cuando corrí peligros a solas quise que las cosas marcharan según mi
voluntad.
Dirán que soy ambicioso.
Tengo el deseo impetuoso de alcanzar y obtener resultados, no por afán
desenfrenado de éxito sino porque lo considero útil para todos.
Dirán que soy descarado.
No he dicho o cumplido nunca cosas vergonzosas.
Dirán que soy impenitente.
Quien no es culpable no puede arrepentirse. Si lo hiciera tomaría el pelo a
sí mismo y sería falso y hipócrita.
Dirán que soy peligroso. Quien
quiere que las cosas queden como están me percibe como un peligro. Se equivoca.
El cambio no es necesario sólo para unos de nosotros sino para todos nosotros.
Si las cosas quedaran como están sería peor para todos.
Dirán que soy loco. No
resultan alteraciones en mis facultades mentales y no me porto de manera
insensata. Igual que todos percibo una realidad que no está bien, con la
diferencia de que en lugar de hacer como quien no hace trato de transformarla
junto a quien siente la misma necesidad. Loco es quien interpreta la realidad
de manera irreal y aparente para escapar a sus responsabilidades y a su
consciencia, porque haciendo así lastima a sí mismo y a todos los otros.
Dirán que soy peregrino.
Ciertamente no soy conformista. No sigo las conductas consideradas comunes y
habituales y no acepto los usos, las opiniones, especialmente políticas,
predominantes en un grupo o periodo determinado, adaptándome de manera pasiva
como hacen muchos.
Dirán que soy un ermitaño.
No soy ni ermitaño ni asceta ni con mayor razón beato o mojigato.
Dirán que soy un moralista. Todos sabemos lo que es justo pero no lo hacemos. Yo probo a
hacer lo que considero necesario y útil para todos.
Dirán que soy inmoral.
Nunca he ofendido normas morales y no me puso nunca en contraste con
ninguna de éstas. No estoy siempre de acuerdo con algunas de éstas como los
otros no están siempre de acuerdo conmigo.
Dirán que soy un politiquero.
A lo mejor no dispongo de la necesaria preparación para dedicarme a la
actividad política pero ciertamente no lo hago para satisfacer mis ambiciones
personales. Viviendo y trabajando, todos aprendemos.
Dirán que soy un canalla.
Yo no soy persona humilde y vulgar que cumple acciones deshonestas.
Dirán que soy un idiota. Pienso que no tengo graves retrasos del desarrollo mental.
Dirán que soy masoquista.
No tengo ninguna tendencia a sufrir pero acepto los precios necesarios para
promover los cambios.
Dirán que soy antipático. Si alguien me tiene ojeriza instintiva y
sin razón aparente, a lo mejor es sólo por unas razones personales que no me
concierne y que debería confesar honestamente a sí mismo.
Dirán que soy hostil.
A veces es necesario tener el atrevimiento de decir y hacer lo que los otros no
querrían decir y hacer y que no dicen y no hacen. Eso no significa ser
contrario o desdeñoso sino sólo tener la osadía de creer en sí mismo u en los
otros.
Dirán que soy irrespetuoso.
Tengo respeto por todas las formas de energía y de vida. Eso no significa
sufrir prepotencia y arrogancia.
Dirán que soy un psicopático. Creo que las mayores alteraciones del carácter son la flaqueza, la
vileza, el miedo, el oportunismo, la respetabilidad interesado y el
conformismo.
Dirán que soy excesivo.
Yo no exigo nada de los otros, por tanto no soy ni exagerado ni extremoso.
Propongo, discuto, trabajo y acepto el precio de los retrasos causados por mi
ignorancia y por la ignavia de los otros.
Dirán que soy misterioso.
No hay nada desconocido o incomprensible en lo que hago y siempre he dicho
antes lo que voy a hacer después.
Dirán que soy místico.
Tener profunda espiritualidad no significa exaltarse por cosas que
objetivamente parecen insensatas, ilógicas y sin embargo nunca demonstradas.
Uso la inteligencia para comprender y para creer.
Dirán que soy un fenómeno. No soy ni extraordinario, ni
asombroso, ni sorprendente, sino sólo un ser humano igual que muchos.
Dirán que soy irreal. Soy
de carne y hueso, con ojos, nariz, boca, orejas, manos, piernas, corazón,
pulmones y lo restante, incluido un cerebro que funciona. No sé volar y no sé
simular. No puedo callar.
Dirán que soy un histrión.
Lo sería si adoptara actitudes zalameras y sentimentales. Yo me avergüenzo sólo
por no haber hecho lo bastante para evitar el dolor de los otros.
Dirán que soy patético. Dirán de todo excepto la verdad. No la
conocen, no quisieron conocerla, porque conocer la verdad duele, es un precio,
y no somos bastante inteligentes para comprender que es mejor sostener un
precio hoy antes de un mal incurable mañana.
¡Paciencia y a barajar! Si no fuera así hubiera sido inútil haber nacido.
Noviembre de 2002.
Rodolfo Marusi Guareschi